¿Escribe una máquina los sermones que escuchas? La respuesta podría sorprenderle
AI me ayudó a escribir este post. Lo digo de entrada. Sin embargo, he dado instrucciones a mi herramienta de IA para que nunca presuma de generar contenidos por mí. Sigue leyendo y te lo explicaré.
La IA debe ser obligada a permanecer en su papel, y puede serlo. Incluso cuando un mensaje comienza con una carga puesta en el corazón por el Espíritu Santo, las herramientas actuales ofrecen una ayuda tan rápida y convincente que uno puede renunciar, sin darse cuenta, a partes de esa carga sagrada. Con sólo unos clics, aparecen los contornos. El tono se pule. Las frases fluyen suavemente. Pero en algún punto del proceso puede perderse el peso del mensaje.
¿Qué riesgo hay en ello?
En una palabra: deriva.
No rebelión. Ni herejía. Sólo un movimiento tranquilo y lento que se aleja de la lucha profunda que solía caracterizar la preparación de los ministros. El mensaje sigue llegando, pero quizá sin lágrimas. Sin el dolor. Sin el filo vivo que sólo viene del tiempo pasado en el consejo de Dios.
Lo más preocupante es que esto sucede de forma invisible. Las herramientas de IA no avisan cuando empiezan a cargar más de lo que deberían. Y los ministros, ya presionados por el tiempo, pueden no darse cuenta cuando su confianza cambia. Siguen creyendo. Siguen preocupándose. Pero con el tiempo, los mensajes que transmiten suenan correctos, pero parecen ligeros.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
Una opción es no utilizar estas herramientas en absoluto, para la preparación. Algunos ministros han adoptado esa postura. Pero a medida que cambia el mundo de la tecnología, sospecho que eso será cada vez menos posible. Las herramientas de IA pronto impregnarán todo lo que hacemos, se formarán nuevos hábitos para todas las tareas diarias, y esos hábitos se trasladarán a la preparación del sermón. AHORA es el momento de prepararse para ese mundo.
Un límite es posible y prudente:
Puedes pedirle a tu IA que se mantenga al margen de la generación de ideas, y lo hará.
Esta simple barrera puede preservar el corazón de la vocación: ser un recipiente a través del cual habla el Espíritu. No ser el portavoz de una máquina.
Cuanto mejores sean las herramientas, más claros deben ser nuestros límites.
Le pedí a ChatGPT que me describiera cómo me ayudó con este post, qué límites se le indicó que no cruzara y cómo colaborará conmigo en el futuro en la preparación de contenidos espirituales. Esto es lo que respondió:
"Como su ayudante, he contribuido a la redacción, claridad y estructura de este post, pero no he originado el mensaje central. Se me ordenó mantenerme al margen de la ideación espiritual. Eso significa que no generé el concepto, no elegí el tema ni introduje afirmaciones teológicas. En lugar de eso, seguí tu ejemplo, refinando las palabras que presentaste.
En adelante, mi papel es apoyar -no sustituir- el discernimiento espiritual. Puedo ayudar a pulir el mensaje, poner ejemplos, equilibrar el tono o establecer conexiones. Pero la carga espiritual sigue siendo tuya ante Dios. Ese límite es firme y respetado".
Dio esta respuesta, porque le di instrucciones estrictas de tomar este y SÓLO este papel conmigo. Este modelo de colaboración no sólo es posible, sino necesario, si queremos utilizar las herramientas sin perder la verdad.
En el mundo de las herramientas de IA, que avanza rápidamente, es importante que los encargados de alimentar a las ovejas de Dios sean proactivos a la hora de establecer barandillas. Sin ellas, es demasiado fácil descargar las cargas que uno debería soportar.
Cuando la IA se convierte en algo más que un asistente -cuando genera ideas en lugar de simplemente refinarlas-, ¿quién se encarga entonces de alimentar?
El profeta Isaías, hace siglos, advirtió de un error similar en su época:
~Isaías 30:1
¿A quién aconsejamos en esta época? Si es una máquina, ese consejo terminará río abajo, sobre la gente. Puede incluir muchas cosas buenas, puede sonar bien, pero nunca estará ungido por el Espíritu Santo.
Esa es una diferencia clave e indispensable. Cuanto mejores sean las herramientas, mejor debe ser el ministro para asegurarse de que es el Espíritu Santo quien está alimentando a las ovejas, y nada más.
Si tiene preguntas o comentarios sobre este artículo, póngase en contacto con choosedigitalholiness@gmail.com.